Autora: Sara / @crea_en_ti

Uno de los procesos a los que más resistencia oponemos es a ejercer el perdón, pero esto nos sucede solo porque muchos sostenemos un mal concepto de este, que obviamente nos ha reportado ciertos beneficios.

Si has pasado por algún evento traumático en lo que llevas andado de vida (cosa que es intrínseca a la vida misma), el resistirte al perdón, o lo que creías que era lo mismo; vivir enfadado ante la injusticia de ciertos acontecimientos; era tu forma de trazar la línea entre el bien y el mal o una manera de poner límites para que esto no te volviera a suceder.

El problema llega cuando ese enfado e ira se enquistan en tu Ser y resurgen tan o más fuerte cada vez que, o bien el recuerdo viene a tu memoria de una manera directa o cuando una circunstancia similar, quizás manifestada en otra persona, lo trae de manera más indirecta.

Shakespeare lo tenía claro y nos transmitió que “La ira es un veneno que uno toma esperando que muera el otro” y no podría habernos ilustrado de mejor manera. La ira te intoxica de tal manera que te arrastra a una condena de sufrimiento continuo hasta que decides dejar de beber de ella; por eso quiero que entiendas que cuando tú perdonas no lo haces por el otro sino por ti mismo.

Aquí es dónde quiero explicarte el perdón de tal manera que tú entiendas que esto no va de no tener establecidos ciertos límites y de pretender que “toda está bien” y abandonarse como un pélele o saco de boxeo para el desahogo de otros.

Perdonar no implica esto; pues lo más importante es tu amor y respeto por ti mismo, y por tanto, si te amas y respetas no te pondrás en situaciones que puedan ser desde incómodas a peligrosas para tu persona.

Perdonar en su nivel “más básico” es tomar la decisión de dejar de aferrarse a ese evento y esa ira; comprendiendo que fue un evento aislado (independientemente de que fuera repetido o no) que viniera de una o varias personas concretas; pero que esto no es representativo de una totalidad de posibilidades o de todos los Seres Humanos.

Decido dejar de enfadarme con lo que ya fue o es porque ya es parte del pasado; reconociendo que esto me desestabiliza emocional, química y físicamente y todo por… ¡culpa de un recuerdo!, y desde aquí procedo a aceptarlo. ¡Y ojo! ¡Que la palabra aceptación también suele ponernos de uñas por el mismo motivo! Y no es más que “esto ya fue, y no lo puedo cambiar así que dejo de emocionarme por ello como si fuera a cambiar por enojarme más”. Cuando entiendas esto a nivel racional te será más fácil llevarlo a la práctica.

Si tuviste una pareja abusiva seguir enfadado con ella no te mantiene más a salvo de tener más parejas abusivas. Lo que te mantiene a salvo es RECONOCER que esa pareja lo fue, que no quieres esa experiencia en tu vida y que no te expondrás a tener la misma experiencia de nuevo.

Perdonar a esa persona que te sometió no es correr a sus brazos y decir “¡te perdono!¡Volvamos juntos!” o “¡seamos mejores amigos!”. Ya te dije que esto nada tiene que ver con el otro, sino contigo.

Perdonar, en este ejemplo, sería “no tengo ninguna necesidad de pensar en esta persona y llenarme de rabia, porque yo YA NO SOY su víctima. Eso es parte del pasado y ahora sé que no volvería a vivir nada así. No todas las relaciones que yo tenga serán como esa; esto fue ENTONCES y con ESA persona y mi YO DE ESE MOMENTO ESPECÍFICO”.

Y si, puedes perdonar y seguir pensando que esa es una persona de mierda y no la quieres en tu vida. Es totalmente lícito, correcto, y sobre todo amoroso y respetuoso respecto contigo, que es lo único que importa aquí.

Si esto te ha sabido a poco y quieres llevar el Perdón a un nivel más consciente, no te pierdas el próximo artículo.

Instagram: @crea_en_ti

Por Admin

Un comentario en «EL PERDÓN BIEN ENTENDIDO ES LA PUERTA A TU LIBERTAD»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *